Saber hablar, es negociar los fines de unos y
otros a través de estrategias. Al hablar intentamos siempre lograr la aceptación
y el acuerdo del otro. Se habla siempre con un fin tradicional o interpersonal,
y al servicio de estos dos fines generales hemos de poner los medios y los
mecanismos que nos ofrece la lengua.
Nadie habla por hablar, siempre hay una meta
que lograr, aunque solo sea la de mantener las relaciones sociales o la de
buscar una mayor integración con el grupo social.
Pensar lo que uno va a decir, el hablar bien
fundado, bien pensado, es un hablar estratégico para llegar a una meta
prevista. Las estrategias discursivas al hablar con los instrumentos verbales y
no verbales que se emplean intencionalmente para lograr mayor efectividad de lo
comunicado.
En conclusión, el buen discurso es el que
logra ser eficaz y eficiente desde el punto de vista comunicativo mediante la corrección
gramatical, la adecuación a la situación comunicativa, a las características y
las reacciones de los interlocutores; antemano responde a unas ideas claras, es
claro en la expresión de los contenidos y sabe establecer y mantener las
relaciones con el otro. El saber hablar bien es un saber estratégico, tanto
desde el punto de vista lingüístico como social. Por lo tanto no se adquiere,
nos e hereda, sino se aprende.
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