El modo
correcto es el que sigue las normas gramaticales. Dadas por el devenir
histórico de una lengua y por los propios usuarios de ésta. El encargado de que hoy sanciona su uso son:
la Real Academia Española y la Asociación de Academias, que oficializan tal o cuál
norma gramatical.
Desde
el punto de vista léxico, la norma esta sometida a cambios más rápidos que la
de tipo gramatical, aunque si se puede determinar lo que es menos recomendable. Son aconsejables
los excesos neológicos (inclusión de un significado nuevo en una palabra
ya existente o en una palabra procedente de otra lengua), a pesar que la época de
desarrollo científico y tecnológico en que vivimos no nos deje otro remedio en ocasiones;
hay palabras que por uso frecuente y entendido ya son normales. Ya que las
reglas y las normas cambian; por eso que lo incorrecto en el plano léxico lo es
hasta cierto punto y en caso de algunas voces hasta cierto tiempo.
Para
quien desee hablar bien, se le recomienda usar el Diccionario Panhispánico De
Dudas.
La
corrección no tiene la misma medida en el discurso oral que en lo escrito. Las características del discurso oral es ser
espontaneo – se dice que la planificación es menor con que
se produce, y así mismo hay menor control de lo producido, la construcción gramatical
es diferente y se altera con frecuencia debido a interrupciones y cambios de
plan sintáctico. Las ordenes de las palabras se someten a estrategias informativas
antes que a ordenes gramaticales, el vocabulario suele ser menos precio y el de
transmitir la afectividad y las emociones es también distinto. Un error en la escritura queda, lo dicho verbalmente nos permite la corrección
posterior, la reformulación de lo dicho ante una posible ambigüedad o una interpretación
errónea por parte del otro.
Hay géneros
discursivos como el académico que obligan a una total corrección normativa y
favorecen la utilización de registros mas o menos formales del estándar culto,
con un léxico, más elevado, preciso y con frecuencia especializado. En caso de
los profesores hace uso de registros intermedios, modalidades lingüísticos que
alteran lo formal o coloquial como mecanismo estratégico.
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