Se exalta la relevancia en la reproducción del
discurso de la comunicación no verbal, de los gestos y las posturas, del
espacio o distancia entre los interlocutores, de la orientación temporal, de
los elementos de apariencia o aspecto personal. Controlando la cantidad y
calidad de los gestos.
Sabe hablar bien quien hace un buen uso de los
gestos y los movimientos del cuerpo. Pero, cuidado con los excesos no verbales.
Pues en otros géneros y situaciones pueden producirse el efecto contrario, el
rechazo del otro hacia la persona que habla y a lo que está exponiendo.
Saber hablar, es también mantener la distancia
física con nuestro interlocutor. Los espacios son necesarios, pues son como
escudos de la intimidad, de la privacidad.
La mirada es un mecanismo estratégico que
sirve para aumentar la intersubjetividad, la relación con el otro. El hablante
ha de mirar a sus oyentes, aunque el modo de mirar varía de discurso a
discurso; ante un público numeroso, la mirada va hacia lo que denomina infinito o puede por
el contrario ir recorriendo poco a poco los rostros de los asistentes; aunque,
hay hablantes que parecen estar interactuando solo con una de las personas que
forman su audiencia. Lo que provoca el desagrado del resto, que se siente
ignorado.
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